Había que celebrar la designación como monumento Patrimonio de la Humanidad. Y de paso ver cómo la cuidan esos políticos que ayer lloraban, saltaban de alegría y hasta hacían la uve de la victoria con los dedos.
Hace menos de un año que estuve en el parque de la torre. Creo que las zonas verdes en la falda del faro han mejorado. Arriba me encontré con cosas que no me gustaron. Por ejemplo: las paredes interiores de la casona que alberga la piedra con la inscripción fundacional están desconchadas, unas mesas de piedra a modo de merendero y unos restos cubiertos de maleza, muros en la zona próxima al mar cubiertos de pintadas y, lo peor, unos servicios portátiles que quedan ahí, dicho castizamente, como a un cocho unos tirabuzones.
A ver si los mismos que el sábado sacaban pecho se ponen manos a la obra y acaban de adecentar el entorno del faro. De paso pueden ir pensando qué hacen con la antigua cárcel, que poco a poco se cae y aporta fealdad.
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