El conselleiro de Educación tiene un nuevo frente abierto del que ocuparse: la supresión de la gratuidad universal de los libros de texto. Ahora se sufragarán en función de la renta de las familias. Ya había comentado yo que el problema fundamental estaría en lo que la Xunta entendiera como rentas medias.
El gobierno gallego entiende que quien tenga capacidad para ello, que se pague los libros de sus hijos. Sin embargo, tal decisión introduce un precedente de cara al futuro, a saber: el que tenga posibles, que costee una parte de la asistencia sanitaria que ahora cubre de balde el Estado.
La sanidad, como la enseñanza, es un derecho de todo español por el solo hecho de serlo. Si el Estado garantiza toda la asistencia sanitaria, ¿por qué no hace lo mismo con toda la educación, es decir, con los materiales pedagógicos necesarios para ejercerlo? Porque a nadie le piden que lleva sus sábanas al hospital o que se traiga las vendas de casa.
Reconozco que es un debate de muchas caras. En sentido contrario se podría argumentar que el Estado no tiene que pagarle los libros de texto a los nietos de Botín, que seguro que ya se los compran sus padres.
Desde mi punto de vista está más claro lo del umbral marcado por la Xunta para tener derecho a la gratuidad total. Como siempre, las rentas medias, las que soportan el menguante estado del bienestar, van a pagar los libros. Es lo habitual, gobiernen socialistas o populares.
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