El caso del Alakrana ha entrado en una fase que reúne todos las características de un esperpento. Tenemos a unos marineros secuestrados que le piden a sus familias que presionen al gobierno para que pague el rescate; los familiares acusan al gobierno de engañarlos; hay dos piratas en manos de la justicia española que no se sabe bien qué hacer con ellos; aparece un presidente autonómico que pide directamente que los liberen; y el gobierno dice que sabe dónde están los tres marineros que fueron trasladados a tierra y que se encuentran bien. Es casi imposible dar coherencia a este puzzle, salvo si admitimos que el ejecutivo empieza a estar superado por los acontecimientos. Si paga, como le demandan desde diferentes ámbitos, será la segunda vez que claudica ante una banda de delincuentes, si lanza una operación de rescate y hay bajas entre los marineros tendrá que soportar una fuerte presión política y mediática. Hasta aquí ha llegado un proceso mal gestionado que puede estallarle al gobie...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.