Esta semana tuve que asistir a un levantamiento de actas de ocupación de fincas para construir una carretera en plena ciudad. Ya pueden suponer que lo que pretende pagar la administración no alcanza el precio real del terreno. Pero ese es otro negociado. Lo que me llamó la atención es el tipo de gente que esperaba sentada a que los funcionarios le explicaran el dinero que les iban a dar por sus tierras o por sus casas. Todos, absolutamente todos, eran jubilados o asalariados de modesta condición, habitantes del extrarradio de la ciudad, históricos propietarios de unas tierras y viviendas que trabajaron y habitaron durante décadas o siglos sus antepasados. Ahora todo acaba a cambio de unos miles de euros que no llegan para pagar lo que la administración se lleva por delante: casas, fincas y sentimientos. Todo ello amparado en el interés general, que es el argumento de los políticos y los altos servidores del Estado para justificar todo tipo de tropelías. Excuso decirles que en la sala d...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.