Estoy leyendo un libro sobre la forma en que se distribuye la información y quién controla la agenda de los temas noticiosos a nivel global. En uno de los capítulos se explica cómo el periodista se ha convertido en un amanuense al servicio de los intereses de sus empresas, instrumento de los políticos de distinto pelaje. Los directivos y los mandos que gestionan las redacciones permiten prácticas que vulneran los principios más elementales de la profesión periodística. Sus preocupaciones parecen ser cubrir todas las ruedas de prensa a las que son convocados y transcribir fielmente las declaraciones que se producen en ellas. El colmo del servilismo es acudir silencioso a la lectura de un papel por parte de un personaje relevante sin que luego se permita hacer preguntas. Recuerdo que un profesor nos explicó en la facultad que una rueda de prensa servía de poco, que la información relevante era la que se escondía tras el telón, la que cada uno tenía que trabajarse. ¡Qué diría ahora este h...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.