En menos de veinticuatro horas nos han abnadonado dos iconos para los que ya hemos traspasado la barrera de los cuarenta años. De muy distinto peso y valor, pero referentes al fin y al cabo. Comenzamos el jueves despidiendo a Farrah Fawcett-Majors, esa chica con el pelo alocado que investigaba por cuenta de alguien desconocido en la California de los setenta junto a otras dos compañeras. Era un ángel de Charlie que un día apareció presuntamente desnuda en un revista soft sobre la que Antonio Asensio construyó un grupo editorial. Digo presuntamente porque luego se demostró que era un montaje en sentido estricto: montaron la cabeza sobre el cuerpo de otra. Pero ya nos daba igual. Luego, nuestras vidas, la de ella y las de los adolescentes que la mirábamos extasiados, se separaron; Farrah dio tumbos por películas y series menores, nosotros hicimos lo que pudimos y ahora tenemos mucho menos pelo y bastante más peso. Pero la gran muerte es la de Michael Jackson, ese hombre de desconocido ...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.