Los voluntarios de Cáritas multiplican estos días su presencia en las obras de servicio a la sociedad que dirigen con cargo a los presupuestos del Estado. Es una actividad a la que se entregan cada cuatro años con entusiasmo, generalmente antes de las elecciones . Estos voluntarios realizan su labor a cambio de un sueldo mensual, generosamente dotado, y se desplazan en vehículos de color negro precedidos por uno o dos coches de la Guardia Civil en el caso de los que tienen más responsabilidad. Suelen desarrollar sus visitas tocados de un casco impoluto y un chaleco reflectante planchado como para ir de boda. Explican a los beneficiaros lo afortunados que son por lo bien que ellos mismos, los directivos de Cáritas, hacen las cosas, y de paso les piden que depositen su óbolo en las mesas petitorias que se instalarán, Dios mediante, dentro de dos meses más o menos. Sucede que la gente se mosquea, investiga y cae en la cuenta de que no son miembros de la ONG católica, sino alcaldes, ...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.