Dentro de tres semanas, los 117 cardenales con derecho a elegir al Papa se van a recluir en la Capilla Sixtina para designar al sucesor de Benedicto XVI, que para esa fecha ya estará descansando de los trabajos y, a lo que se ve, las penas de ser el jefe de la Iglesia Católica. Entre ese grupo de escogidos clérigos estarán por lo menos tres que tienen graves responsabilidades en la gestión de varios casos de pederastia y abusos sexuales en las diócesis que dirigían en su momento. Grupos de católicos han pedido que esos cardenales no asistan al Cónclave. Aunque esos purpurados no han cometido esos terribles delitos, el hecho de no haberlos atajado cuando tuvieron conocimiento de ellos, retirando del servicio pastoral y/o denunciando a los sacerdotes implicados, los invalida moralmente para participar en una elección tan importante como la del líder espiritual de 1.200 millones de personas, además de jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano. Poco criterio se puede tener para ...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.