Los paseos sin destino fijo nos permiten encontrarnos con hechos que abren reflexiones sobre lo que pasa o lo que otros pretenden que pase. Una tarde de Viernes Santo es un tiempo que se puede aprovechar para caminar sin rumbo por la ciudad y descubrir cómo se matan moscas a cañonazos o se mezcla a Dios con el César. Primera estampa: Cantón Grande de A Coruña. Concentración de unos cien jóvenes y alguna persona de la tercera edad (o tercera juventud), pertenecen a grupos de izquierda (radical o antisistema, como gustan en llamarlos los portavoces de la derecha rancia). Reparten octavillas y luego comienzan a caminar. Todo muy normal. Los paseantes siguen a lo suyo. Frente a ellos cuatro furgonetas de la Policía Nacional y unos cincuenta agentes. Es decir, casi más jefes que indios. Me quedé con ganas de preguntarle al policía al mando si aquello no era excesivo. Mis acompañantes me disuadieron. Probablemente él hubiera preferido estar con su familia y no vigilando a esos manifes...
Reflexionemos sobre lo que pasa y se dice, sea lo que sea.