Hoy es el día. Nos han subido el IVA a todos, pobres y ricos, de izquierdas o de derechas, ateos o creyentes. Eso es lo injusto, que es para todos igual, aunque los que más lo sufran serán los que menos recursos tienen, los antaño mileuristas o los integrados en la legión de los parados.
La subida del IVA es la prueba mas clara de la forma en que el Gobierno, instigado por sus jefes ideológicos de Bruselas y Berlín, pretende sacarnos de la sima económica en la que nos encontramos: cargando los costes a los ciudadanos, principalmente trabajadores asalariados.
Es de una vulgaridad lacerante si no fuera porque cualquiera puede darse cuenta de que esta política económica forma parte de una estrategia global para podar las conquistas sociales y laborales de los últimos 75 años. Y quien no lo quiera ver, allá su ceguera. Y hoy no toca hablar de los políticos capaces de hacer lo contario de lo que predicaban. Otro día será.
Zapatero ha entrado en la crisis del Alakrana con un objetivo público y otro más o menos encubierto. El objetivo para consumo público es conseguir la liberación de los marineros en poder de los piratas somalíes. Obvio. Todo el mundo apoya al presidente. El objetivo encubierto es evitar el desgaste político que la nefasta gestión del secuestro del atunero está provocando a su gobierno y a él mismo. Para conseguir esto último ha seguido dos estrategias: la primera es tratar de que los medios de comunicación dejen de criticar la acción del ejecutivo y de servir de altavoz a los familiares; para ello se ha servido de una apelación a la responsabilidad de los informadores y opinadores. Malo, malo, porque cuando a un periodista le pide responsabilidad un político es que algo pretende esconder o conseguir. La segunda estrategia de Zapatero para atenuar la presión sobre el ejecutivo es convencer a los familiares de los tripulantes para que guarden un prudente silencio. Por lo visto, parece qu...
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