Ana Mato es una señora que estuvo casada con Jesús Sepúlveda, un señor que presuntamente recibió dinero y favores de la trama Gürtel y está incurso en un procedimiento ante la Audiencia Nacional. Desde hace varios años están separados. La señora Mato es ministra de Sanidad. El PSOE pide su dimisión porque cree que se benefició de las prebendas de su ex marido.
Cristina de Borbón es un señora que está casada con Iñaki Urdangarín, un señor que está siendo investigado por fraude fiscal, evasión de impuestos, tráfico de influencias y otros presuntos delitos societarios que podrían dar con sus huesos en la cárcel. Cristina de Borbón es hija del Rey Juan Carlos, Infanta de España y Alteza Real.
La señora Mato, por lo que se sabe hasta ahora, no participaba en ninguna empresa o sociedad con su exmarido. Cristina de Borbón era vocal de una de las empresas "tapadera" que Urdangarín utilizó para lucrarse de forma ilegal y su nombre fue presuntamente utilizado para conseguir contratos.
Según los jueces, ni una ni otra tienen nada que ver con los tejemanejes de sus cónyuges. Pero a la señora Mato la oposición le pide que dimita y a Cristina de Borbón nadie le ha reclamado que renuncie a su posición institucional o a los derechos que tiene a la sucesión en la jefatura del Estado.
Si admitimos el principio de que la infanta no tenía por qué estar al corriente o sacar partido de los "negocios" de su marido, no se puede hacer a Ana Mato partícipe de las correrías de Sepúlveda, al menos hasta que la justicia no lo pruebe. Para las dos rige por ahora ese curioso principio de que las mujeres no tienen por qué saber lo que hacen sus maridos y viceversa (¿sucede así en sus casas?).
A la ministra de Sanidad se le puede pedir su dimisión por su gestión al frente del Ministerio de Sanidad, pero no porque su ex marido recibiera dinero de una trama corrupta. Si se pretende eso, la infanta también tiene que convertirse en la señora Borbón, sin alteza ni otras gaitas. Y eso es lo menos malo que le puede pasar, no sea que acabe imputada por el juez Castro a cuenta de su apolíneo esposo.
Cristina de Borbón es un señora que está casada con Iñaki Urdangarín, un señor que está siendo investigado por fraude fiscal, evasión de impuestos, tráfico de influencias y otros presuntos delitos societarios que podrían dar con sus huesos en la cárcel. Cristina de Borbón es hija del Rey Juan Carlos, Infanta de España y Alteza Real.
La señora Mato, por lo que se sabe hasta ahora, no participaba en ninguna empresa o sociedad con su exmarido. Cristina de Borbón era vocal de una de las empresas "tapadera" que Urdangarín utilizó para lucrarse de forma ilegal y su nombre fue presuntamente utilizado para conseguir contratos.
Según los jueces, ni una ni otra tienen nada que ver con los tejemanejes de sus cónyuges. Pero a la señora Mato la oposición le pide que dimita y a Cristina de Borbón nadie le ha reclamado que renuncie a su posición institucional o a los derechos que tiene a la sucesión en la jefatura del Estado.
Si admitimos el principio de que la infanta no tenía por qué estar al corriente o sacar partido de los "negocios" de su marido, no se puede hacer a Ana Mato partícipe de las correrías de Sepúlveda, al menos hasta que la justicia no lo pruebe. Para las dos rige por ahora ese curioso principio de que las mujeres no tienen por qué saber lo que hacen sus maridos y viceversa (¿sucede así en sus casas?).
A la ministra de Sanidad se le puede pedir su dimisión por su gestión al frente del Ministerio de Sanidad, pero no porque su ex marido recibiera dinero de una trama corrupta. Si se pretende eso, la infanta también tiene que convertirse en la señora Borbón, sin alteza ni otras gaitas. Y eso es lo menos malo que le puede pasar, no sea que acabe imputada por el juez Castro a cuenta de su apolíneo esposo.
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