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A mí, que me registren, yo no sé nada.

¿Qué tienen en común Ana Mato, la infanta Elena y Mariano Rajoy? Fácil, los tres no se enteraban de lo que pasaba delante de sus narices.

Ana Mato no cayó en la cuenta de los coches de alta gama que se aparcaban en el garaje de su casa y que su marido recibía de los conseguidores de la trama Gürtel; la infanta no estaba al tanto de los tejemanejes empresariales y fiscales de su marido pese a que firmaba la constitución de sociedades pantalla; y Mariano Rajoy no se enteraba de que Luis Bárcenas, "esa persona" en la terminología actual del presidente del Gobierno, se hacía de oro con la gestión económica del PP.

Ya sabemos cómo se hacen las cosas en las elites sociales y política. Si te pillan con el carrito de los helados pones cara de sorpresa y juras por tus antepasados que no sabías nada, aunque el presunto delincuente sea tu marido, formes parte de su entramado empresarial o recibas sobresueldos de él.

De verdad, viendo esto se me ocurre pensar que esta gente tiene el mal de altura: creen que están por encima del bien y del mal y, a lo demás, nos toman por tontos.

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