Andan los políticos en campaña electoral más. Una nueva oportunidad para darnos cuenta de la estrategia de comunicación y del argumentario que manejan los partidos. Los equipos de comunicación han santificado como axioma que el mensaje, sobre todo en épocas electorales, debe ser los más simple posible, basado en una idea que se repite machaconamente con diferentes formulaciones para que cale en el electorado o en la ciudadanía en general.
Estos días preelectorales podemos comprobarlo a cuenta de la crisis económica y su influencia en la campaña de las europeas. Mensaje central del PSOE: los populares, los herederos de Aznar ¡y de Bush! quieren desmantelar las políticas sociales; mensaje de los populares: los socialistas, como ya hicieron en la época de Felipe González, son los campeones de la destrucción de empleo.
Son discursos sin matices, propios de estos tiempos de brocha gorda que vivimos, donde todo vale con el fin de captar votos. Son burdos pero no peligrosos, siempre que los destinatarios, los ciudadanos-votantes, no se den cuenta del engaño.
Cabe preguntarse de qué sirve tanto estudio, tanto análisis, tanta asesoría si finalmente los comunicadores les proporcionamos a los políticos píldoras para adormecer a la opinión pública. Con demasiada frecuencia nos olvidamos que el ciudadano de una democracia es mucho más que un cliente-votante.
Probablemente estoy planteando a los asesores de comunicación política una quimera. Y si no, basta con mirar lo que hacen sus colegas que dirigen las televisiones, esa potente arma de encuadramiento y adoctrinamiento social.
Comentarios
Publicar un comentario