Antes de nada, perdón por utilizar una expresión de Jorge Javier Vázquez, pero no me he podido reprimir. PSOE y PP han pactado el nombramiento de Alberto Oliart como presidente de la Corporación RTVE. ¡Qué fuerte! Por varias razones.
Primera. Ya tiene coña que se nombre presidente de RTVE a un señor de 81 años cuando en la corporación se ha aplicado un plan de jubilaciones anticipadas que ha mandado a la calle a los mayores de 51 años.
Segunda. Se pasa de un hombre de gestión audiovisual pura a una persona que en su ya dilatada vida no ha tenido ningún cargo de dirección o gestión de medios audiovisuales.
Tercera, que se colige de la anterior. Alberto Oliart carece de experiencia previa en el sector para pilotar la nueva y delicada etapa en la que entra RTVE, privada de la publicidad como fuente de financiación y con un notable incremento de producción para cubrir los huecos publicitarios.
Cuarta. Por su edad es previsible que Oliart no se plantee un proyecto a varios años, con lo que RTVE volvería a caer en los problemas de gestión orientada al corto plazo que la caracterizó en los últimos treinta años.
Quinta. No se pueden volver a repetir los vicios del pasado, a saber: nombrar a personas de perfil político o legas en materia audiovisual, porque la experiencia demuestra que es un error. De nuevo volvemos a los enjuagues partidistas, sólo que ahora a dos bandas.
En fin, me acusan de radical pero me reafirmo: mientras los políticos anden por el medio, las televisiones públicas no tienen futuro.
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