Ir al contenido principal

El espectáculo de la información

No acabo de acostumbrarme. Aunque sólo sea por la formalidad y el tono contenido, prefiero la pública. Me refiero a la información deportiva y a TVE. Este mediodía he caído en los deportes de Antena 3. Lo de menos es la información. Lo que interesa es contar los millones de personas que vieron la carrera de Alonso y, por supuesto, vender la publicidad. Esto último no es malo en si mismo. El problema se produce cuando ambas cosas priman sobre la noticia.

Ciertamente tengo que admitir que una parte sustancial de las características de la información que me enseñaron en la facultad han caducado para la gran parte de las empresas de comunicación. La separación entre la opinión y la información, el contraste de versiones y fuentes, la sacrosanta distinción entre noticia y actualidad, la aversión al adjetivo.... todas piezas de museo para lo que prima en la actualidad.

¿Qué vale hoy en día? Periodistas que me cuentan cómo quedó el Madrid y que luego opinan como forofos, o me venden un crema para el pelo; platós que con una puesta en escena propia de naves espaciales porque lo que se resalta es el envoltorio y no el contenido; una selección de temas basado en sólo en la imagen, soslayando otros criterios; y, por supuesto, se informa preferentemente de aquellos deportes de los que tenemos los derechos de emisión.

Es por ello que me aferro a la televisión pública, aunque tampoco está libre de culpa. Pero por lo menos aún puedo disfrutar de periodistas que no hablan a la carrera a voz en grito. Y, sobre todo, no me venden un jaraba curalotodo mientras me hablan de baloncesto, o construyen una supuesta noticia sobre la nada informativa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Otra de ex presidentes

Hace un par de días contaba las últimas andanzas de José María Aznar, devenido en promotor comercial de su último libro. Hoy me toca hablar de su íntimo enemigo, el también ex presidente del Gobierno Felipe González. El viejo dinosaurio socialista lleva más de una década jubilado, exactamente desde que en 1997, al año de perder el gobierno, dijo, nada más empezar el congreso del PSOE, que lo dejaba; yo estaba allí, y la cara de pasmo y estupor de la concurrencia era indescriptible. En la misma operación colocó a su albacea Joaquín Almunia al frente de la cosa; fracasó sin paliativos, Josep Borrell mediante. Y luego llegó el actual, ya saben, la figura histórica de la que hablaba Leire Pajín. A lo que vamos. Felipe González se dedica, entre otras cosas, a tocarle las narices de vez en cuando a la figura histórica (bueno, vale, Zapatero) para recordarle que no le gusta nada lo que está haciendo. Es lo mismo de Aznar con Rajoy, al que cada cierto tiempo le agita el avispero popular con l

El equipo médico habitual

Hubo un tiempo en que los españoles seguíamos atentamente las informaciones que facilitaba el llamado "equipo médico habitual". Era un grupo de brillantes especialistas que trataban al por entonces Jefe del Estado, el general Francisco Franco, de las numerosas dolencias que le aquejaban y que lo llevaron a su tumba del Valle de los Caídos en noviembre de 1975. Por aquellos años yo era un ser humano a medio camino entre la niñez y la primera adolescencia, y la verdad, la retahíla de problemas de aquel señor mayor que mandaba por encima de todos me sonaban un tanto lejanos. Lo único que saqué de beneficio fueron tres días sin clase cuando se murió, que casi coincide con mi cumpleaños. Ahora esto del equipo médico habitual parece que vuelve a estar de moda. No son siempre los mismos médicos ni el paciente es tan tenebroso como aquel militarcito que secuestró el poder gracias a un golpe de estado y una guerra civil. Los problemas de salud del Rey Juan Carlos nos devuelven l

Ricos, locos asesinos y currantes.

Todos los días millones de personas nos levantamos con la intención de cumplir con nuestras obligaciones, sean del tipo que sean. Normalmente son hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible, ocuparnos de las necesidades de nuestra familia o ser honrados ciudadanos. Y ya es bastante. Una de las primeras cosas que hacemos es echarle un vistazo a la prensa o escuchar la radio. Es saludable y demuestra interés por lo que pasa a nuestro alrededor, pero a veces puede alterarnos el estado de ánimo. Veamos alguna muestra de lo que nos encontramos hoy: Ahí tenemos el enésimo serial de la infanta, el marido de la infanta y los tejemanejes que entre los dos y sus socios se montaron. La mujer prefiere pasar por tonta antes que admitir cualquier grado de responsabilidad en los enjuagues de Noos y otros negocios. Está en su derecho, también en el de no pagar la fianza, pero los ciudadanos también estamos en nuestro derecho de pensar que esto tiene toda la pinta de acabar en una operaci