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La crisis económica y el erial español

La crisis, mejor dicho, la Gran Recesión que atravesamos no sólo produce efectos devastadores en la economía y hasta en el modo de vida de los españoles. Además, está provocando el afloramiento de oportunistas políticos y económicos, deja al descubierto la mediocridad ambiente y nos aboca a una depresión general del ánimo.

Al ritmo de los vaivenes de la Bolsa y de la prima de riesgo asistimos estupefactos a la proliferación de propuestas y ocurrencias que pretenden sacarnos del pozo. Lo malo es que en la mayoría de los casos se trata de mercancía averiada, algo así como los exilires mágicos que vendían los buhoneros en el oeste americano.

Un día el ministro de Economía se pregunta si las personas que ganan más e 100.000 euros al año tienen que pagar por las prestaciones sanitarias. Otro día, hoy mismo, la presidenta de la Comunidad de Madrid propone el desmantelamiento de las comunidades autónomas para ahorrar 48.000 millones de euros. Muerto el perro se acabó la rabia.

Y en eso estamos. En menos de tres años hemos conseguido quebrar los cimientos sobre los que se ha construido el periodo más largo de paz y prosperidad de los últimos 200 años en España y en Europa. Con crisis de todo tipo, pero con un balance positivo. Esperanza Aguirre ejemplifica a todos esos líderes de medio pelo que en vez de colocarse al frente de su pueblo para superar el trance le ofrece una cuerda para que se ahorque.

Estupor produce ver que la España provinciana y mediocre que reflejó Antonio Machado sigue tan viva como siempre. Probablemente no tenemos remedio y tenemos lo que nos merecemos.

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