Había cerrado el ordenador tras escribir el post anterior, pero no he podido resistir la tentación. Ha sido leer las declaraciones de Cristóbal Montoro, a la sazón ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, y correr hacia el portátil. No se pueden dejar pasar así como así semejante ignorancia.
Y digo ignorancia por no pensar peor. Puede que las palabras del ministro de Hacienda estén perfectamente incordiadas en el proyecto de derribo de las televesiones públicas que pretende el PP. Dice Montoroque no entiende por qué TVE ha pagado tanto por unas series que las privadas no pueden producir, tanto dinero por unos productos que, al fin y al cabo, son para pasar un rato delante del televisor. En definitiva, esos miles de euros se pueden dedicar a cosas más necesarias.
No creo que sea este el lugar para determinar qué es más o menos necesario para la sociedad española. Pero, desde luego, una televisión de servicio público no sobra. Ciertamente, ser ministro de Hacienda no otorga capacidades para entender de todo, pero un responsable político debería tener claras las funciones de una televisión pública.
TVE hace las series que no pueden/quieren hacer las privadas, que pretenden otro tipo de rentabilidad. Las series de TVE son el contrapunto a Gran Hermano o a Sálvame, esos subproductos que emite Telecinco y que le reporta tan pingües beneficios. Los telediarios de TVE ofrecen un menú distinto a la información-espectáculo de Antena 3 o Telecinco.
Las televisiones públicas tienen unas funciones distintas a las de las privadas. Son necesarias y, en España, imprescindibles para procurar una oferta de calidad gratuita. Sin ellas, los ciudadanos sin capacidad para comprar buenos productos televisivos en los canales de pago están condenados a consumir el potaje pestilente que abunda en la parrilla de las emisoras patrias.
Y digo ignorancia por no pensar peor. Puede que las palabras del ministro de Hacienda estén perfectamente incordiadas en el proyecto de derribo de las televesiones públicas que pretende el PP. Dice Montoroque no entiende por qué TVE ha pagado tanto por unas series que las privadas no pueden producir, tanto dinero por unos productos que, al fin y al cabo, son para pasar un rato delante del televisor. En definitiva, esos miles de euros se pueden dedicar a cosas más necesarias.
No creo que sea este el lugar para determinar qué es más o menos necesario para la sociedad española. Pero, desde luego, una televisión de servicio público no sobra. Ciertamente, ser ministro de Hacienda no otorga capacidades para entender de todo, pero un responsable político debería tener claras las funciones de una televisión pública.
TVE hace las series que no pueden/quieren hacer las privadas, que pretenden otro tipo de rentabilidad. Las series de TVE son el contrapunto a Gran Hermano o a Sálvame, esos subproductos que emite Telecinco y que le reporta tan pingües beneficios. Los telediarios de TVE ofrecen un menú distinto a la información-espectáculo de Antena 3 o Telecinco.
Las televisiones públicas tienen unas funciones distintas a las de las privadas. Son necesarias y, en España, imprescindibles para procurar una oferta de calidad gratuita. Sin ellas, los ciudadanos sin capacidad para comprar buenos productos televisivos en los canales de pago están condenados a consumir el potaje pestilente que abunda en la parrilla de las emisoras patrias.
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