Esta crisis se está llevando por delante las conquistas sociales y laborales que se habían conseguido en los últimos sesenta años descubre la mediocridad de renombrados representantes de la mal llamada clase política. Y los ejemplos aparecen a diestra y siniestra. Sin embargo, en los dos últimos días, conspicuos representantes del Partido Popular, han tomado ventaja.
La inefable Esperanza Aguirre aparece en el relatorio. Esta semana dijo que Madrid está dispuesta a facilitar la mano de obra que necesitan las empresas alemanas. Para ello va a implementar cursos de alemán. Así descubrimos como la historia se repite y, más de medio siglo después del éxodo emigrante español hacia Europa y América, nuestros gobernantes, como los de entonces, quieren resolver el excedente de trabajadores y parados mandándolos fuera. Con esto consiguen varias cosas: utilizar las remesas de dinero que envíen para dinamizar la economía, evitar un estallido social, quitarse de en medio a posibles votantes descontentos y tapar el posible fracaso futuro de las medidas para paliar la crisis.
Ocurrencias como las de Aguirre causan un gran daño al país, precisamente a esa España a la que dicen defender tanto cuando enarbolan la rojigualda. Ahora, el emigrante ya no va a ser, en una alto porcentaje, obrero no cualificado, sino graduados y doctorados formados en esas universidades a las que la presidenta madrileña está asfixiando en su comunidad. Es decir,los beneficios de la formación los recibirán las empresas alemanas (o las del país al que emigren).
Una operación como la que parece patrocinar la simpar Esperanza descapitaliza a un país, exporta conocimiento a borbotones sin que al receptor le cueste un duro e indica que se sigue apostando por un sistema productivo basado en los servicios y no en la economía del I+D. A lo mejor por eso la señora Aguirre está tan contenta porque el gigantesco casino de Eurovegas se vaya a instalar en Alcorcón.
Así se va escribiendo el libro de la crisis. Con facilidades para exportar jóvenes cualificados y respaldo a la economía de mano de obra intensiva de baja cualificación. Claro, es más complejo sentar las bases de un crecimiento anclado en la industria y la tecnología. Lo fácil es que fabriquen ellos con los trabajadores que nosotros hemos formado (bastante bien, por cierto, según dicen en Alemania).
La inefable Esperanza Aguirre aparece en el relatorio. Esta semana dijo que Madrid está dispuesta a facilitar la mano de obra que necesitan las empresas alemanas. Para ello va a implementar cursos de alemán. Así descubrimos como la historia se repite y, más de medio siglo después del éxodo emigrante español hacia Europa y América, nuestros gobernantes, como los de entonces, quieren resolver el excedente de trabajadores y parados mandándolos fuera. Con esto consiguen varias cosas: utilizar las remesas de dinero que envíen para dinamizar la economía, evitar un estallido social, quitarse de en medio a posibles votantes descontentos y tapar el posible fracaso futuro de las medidas para paliar la crisis.
Ocurrencias como las de Aguirre causan un gran daño al país, precisamente a esa España a la que dicen defender tanto cuando enarbolan la rojigualda. Ahora, el emigrante ya no va a ser, en una alto porcentaje, obrero no cualificado, sino graduados y doctorados formados en esas universidades a las que la presidenta madrileña está asfixiando en su comunidad. Es decir,los beneficios de la formación los recibirán las empresas alemanas (o las del país al que emigren).
Una operación como la que parece patrocinar la simpar Esperanza descapitaliza a un país, exporta conocimiento a borbotones sin que al receptor le cueste un duro e indica que se sigue apostando por un sistema productivo basado en los servicios y no en la economía del I+D. A lo mejor por eso la señora Aguirre está tan contenta porque el gigantesco casino de Eurovegas se vaya a instalar en Alcorcón.
Así se va escribiendo el libro de la crisis. Con facilidades para exportar jóvenes cualificados y respaldo a la economía de mano de obra intensiva de baja cualificación. Claro, es más complejo sentar las bases de un crecimiento anclado en la industria y la tecnología. Lo fácil es que fabriquen ellos con los trabajadores que nosotros hemos formado (bastante bien, por cierto, según dicen en Alemania).
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