Las comisarías se llenan a diario de pequeños rateros, atracadores de bajos vuelos, timadores de calle o simples gamberros a los que la Policía pilla haciendo de las suyas. Algunos comparecen ante el juez y se pasan una breve temporada a la sombra.
En los medios de comunicación aparecen de cuando en vez noticias sobre personas que roban cuatro perras y les caen sentencias de hasta dos años de cárcel. Hace poco supimos del indulto a una madre que se encontró una tarjeta de crédito y se gastó 100 euros en comprar alimentos para sus tres hijos. La habían condenado a pena de prisión.
Todos esos pequeños delincuentes o esa madre no tienen nada que ver con los señores que han decidido que los chipriotas paguen más de la mitad del rescate de su sistema bancario. Los señores ministros europeos les han dicho que se quedarán con entre el 6,75% y el 9,9% del dinero que tengan depositado en los bancos de su país. Ellos ponen ahora la pasta, 10.000 millones de euros, pero se aseguran de que la van a recuperar. Faltaría más. Esta por ver que nosotros recuperemos los salarios y los derechos laborales y sociales que hemos perdido.
Hace falta ser miserable para hacer pagar a todos, sin distinción, los errores de los banqueros y los políticos. A todos, ricos y menos ricos, especuladores y ahorradores, trabajadores y empresarios. A todos. Una vez más se cumple la norma fundamental de esta gran recesión: que los ciudadanos arreglen con sus rentas lo que otros han hecho mal.
Lo que va a suceder en Chipre es como si a usted, una persona que consigue ahorrar una parte de su sueldo a lo largo del año, para imprevistos o para dormir más tranquilo, vienen estos rateros de guante blanco y así, sin anestesia, le confiscan una parte de ese dinero para sufragar los desmanes de los banqueros y demás allegados. A usted, que no ha especulado, que debe abonar la tira de recibos todos los meses, que ha visto menguar su sueldo, que paga cada vez más impuestos por menos servicios.
Bueno será que tomemos nota de lo que ha pasado en Chipre. No debemos confiar en las palabras de tranquilidad con las que tratan de adormecernos una vez más. Ya ha corrido el gobierno español a advertir que lo de Chipre es sólo eso, el caso de Chipre, que no tiene nada que ver con España. Mejor para nosotros, aunque de este gobierno hay que fiarse lo justo. Veremos si los famosos mercados piensan lo mismo. Lo comprobaremos mañana con nuestra prima de riesgo.
De nuevo los señores que llevan sembrando pobreza y dolor por la antaño feliz Europa han vuelto a hacer de las suyas. A casa se han vuelto, no sé si felices o tristes. Lo dicho, atracadores de cuello blanco.
En los medios de comunicación aparecen de cuando en vez noticias sobre personas que roban cuatro perras y les caen sentencias de hasta dos años de cárcel. Hace poco supimos del indulto a una madre que se encontró una tarjeta de crédito y se gastó 100 euros en comprar alimentos para sus tres hijos. La habían condenado a pena de prisión.
Todos esos pequeños delincuentes o esa madre no tienen nada que ver con los señores que han decidido que los chipriotas paguen más de la mitad del rescate de su sistema bancario. Los señores ministros europeos les han dicho que se quedarán con entre el 6,75% y el 9,9% del dinero que tengan depositado en los bancos de su país. Ellos ponen ahora la pasta, 10.000 millones de euros, pero se aseguran de que la van a recuperar. Faltaría más. Esta por ver que nosotros recuperemos los salarios y los derechos laborales y sociales que hemos perdido.
Hace falta ser miserable para hacer pagar a todos, sin distinción, los errores de los banqueros y los políticos. A todos, ricos y menos ricos, especuladores y ahorradores, trabajadores y empresarios. A todos. Una vez más se cumple la norma fundamental de esta gran recesión: que los ciudadanos arreglen con sus rentas lo que otros han hecho mal.
Lo que va a suceder en Chipre es como si a usted, una persona que consigue ahorrar una parte de su sueldo a lo largo del año, para imprevistos o para dormir más tranquilo, vienen estos rateros de guante blanco y así, sin anestesia, le confiscan una parte de ese dinero para sufragar los desmanes de los banqueros y demás allegados. A usted, que no ha especulado, que debe abonar la tira de recibos todos los meses, que ha visto menguar su sueldo, que paga cada vez más impuestos por menos servicios.
Bueno será que tomemos nota de lo que ha pasado en Chipre. No debemos confiar en las palabras de tranquilidad con las que tratan de adormecernos una vez más. Ya ha corrido el gobierno español a advertir que lo de Chipre es sólo eso, el caso de Chipre, que no tiene nada que ver con España. Mejor para nosotros, aunque de este gobierno hay que fiarse lo justo. Veremos si los famosos mercados piensan lo mismo. Lo comprobaremos mañana con nuestra prima de riesgo.
De nuevo los señores que llevan sembrando pobreza y dolor por la antaño feliz Europa han vuelto a hacer de las suyas. A casa se han vuelto, no sé si felices o tristes. Lo dicho, atracadores de cuello blanco.
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