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Las dos iglesias

Este martes, la Iglesia católica nos ha mostrado, una vez más, sus dos caras. Por una parte la que encarnan hombres y mujeres que sustentados por la fe en Jesús entregan su vida sin pedir nada a cambio, como el padre Miguel Pajares, y por otra la de los escribas de la ley que aplican la normativa que ellos mismos elaboran para expulsar al disidente.
Es lo que han hecho con el profesor de Religión que hace año y medio escribió una carta al obispo de Canarias informándole que se había casado con otro hombre. ¿Anatema, excomunión? No, en principio. Pasado todo este tiempo explicó su caso en los medios de comunicación en lo que parecía una muestra de nuevos tiempos eclesiales. Va a ser que no. Ya ha sido "liquidado". No dará clase de Religion el próximo curso. Él lo acepta porque admite que vulnera el código moral oficial de la Iglesia.
Digo exactamente el código moral oficial, porque, como todos sabemos, los católicos hace décadas (y hasta siglos) que vamos por libre respecto a las ocurrencias de estos burócratas de la fe, fabricantes de ateos en masa.
Una vez le escuché contar una anécdota al Gran Wyoming. Estudiaba en un colegio religioso. Como era un tanto díscolo, el cura de turno le tenía ojeriza. Cada dos por tres, al entrar en clase, le daba un guantazo "preventivo". Y Wyoming empezó a pensar, según contó: si este es el representante del de arriba aquí abajo, casi que me voy dando de baja.
Pues eso, que si estos que segregan a un cristiano porque se aparta del camino oficial persiste en  la praxis habitual, alimentarán esa corriente de opinión que se planteó cobrarle a la orden del padre Miguel su repatriación a España. Es lo que pasa cuando pagan justos por pecadores (es decir, por los autócratas con sotana).

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