
El secuestro del atunero Alakrana revela una vez más la particular forma de entender la acción exterior del gobierno español. Ya debería de habernos puesto en guardia la inclusión del término cooperación en la denominación del Ministerio de Asuntos Exteriores .... y de Cooperación cuando ZP llegó al poder.
Luego, para reforzar esa particular visión de las relaciones internacionales de este accidente histórico que nos gobierna, se sacó de la manga lo de la Alianza de Civilizaciones, ese invento sobre lo evidente: la necesidad de mantener el diálogo y la buena vecindad con todos los seres humanos, cualquiera que sea su nacionalidad, raza o religión. Eso está muy bien, salvo, claro, que algún musulmán pasado de rosca quiera volar un tren del metro de Madrid.
A lo que vamos. El Alakrana no es una chalana que pesca en las rías gallegas. Es un navío de porte considerable, que se ayuda de sistemas tecnológicos de información para desarrollar su actividad y dotado de un personal cualificado. De su actividad depende una industria de transformación que emplea a miles de personas.
Yo no sé si todos esos datos se le están olvidando a la señora Chacón cuando se refiere a la actividad del barco. De sus palabras, propias de los ministros de pesca de secano que adornan la historia de España, se deduce que se ha olvidado de que proteger al Alakrana significa proteger los intereses económicos españoles, porque España, por si no lo sabe la ministra de Defensa, es una superpotencia pesquera.
Como todo gallego sabe, el pescado desconoce la ubicación de las zonas de seguridad de las cuales no pueden salirse los atuneros, so pena de caer en las garras de los piratas somalíes. El Alakrana está en el Índico para pescar atún, y tras ello va. Como es una zona de riesgo, los estados con barcos en la zona tratan de protegerlos de la mejor manera posible; a lo que se ve, España no lo ha hecho tan bien como los franceses.
Hay que poner todos los medios necesarios para evitar que hechos como el que nos ocupa vuelvan a repetirse. Proteger a los atuneros o a cualquier pesquero español en zona de riesgo es proteger los intereses económicos españoles. Como hacen los franceses, los ingleses o los americanos con los suyos.
Al presidente y a su ministra les provoca sarpullido la posibilidad de que en esa tarea haya que emplear la capacidad de disuasión o de defensa de las fuerzas armadas; ellos creen que sólo sirven para operaciones de paz o para acciones humanitarias. Claro que sí, pero también para proteger a los ciudadanos españoles que trabajan en lugares de peligro para que el PIB deje de arrojar números negativos.
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