Las empresas periodísticas están preocupadas. Las ventas de periódicos están desplomándose, y no sólo por la crisis económica o por la costumbre tan española de que un periódico da servicio a veinte lectores. No, en todo el mundo se habla de la crisis de la prensa y parece que nadie da con la solución.
En este último mes hemos visto como viejas y consolidadas cabeceras intentan contener la hemorragia con más papel, es decir, ofreciendo complementos al ejemplar diario, eso sí, con un coste adicional para el comprador. Estaríamos así ante una estrategia consistente ganar y fidelizar lectores con ofertas especializadas (revistas para mujeres, para jóvenes, etc....). Está por ver que funcione, pero en la época de lo intangible digital, de la información on line parece cuando menos una apuesta arriesgada.
La prensa, como el resto de subsectores de la comunicación y el ocio audio y visual, está perdida en el laberinto del negocio digital, que es lo que realmente está amenazando el negocio tradicional. ¿Por qué se pierden lectores? Porque además de contar con múltiples fuentes de información, la inmensa mayoría son gratuitas, los periódicos han optado por colgar su edición en papel en la red, y además actualizarla.
Parece que el futuro, con todas las precauciones necesarias en este tipo de producciones, apunta hacia una reconversión de los contenidos de los formatos off line, primando el análisis y la especialización, y a una apuesta radical hacia lo digital, convirtiendo la edición on line en el centro del negocio, por supuesto financiado por la publicidad. Los dispositivos de consumo contenidos móviles serán, en este escenario, los nuevos kioskos de la prensa.
Todo ello implica una transformación de las editoras de diarios. Pero este centenario negocio de la edición de periódicos ya ha pasado por reconversiones más o menos traumáticas.
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