Sentado frente al ordenador pensaba un título para este post. Ya saben, algo corto y fácilmente identificativo para mejorar la búsqueda. Tardé poco en darme cuenta de que lo mejor era poner el nombre de la persona que lo inspira: Nelson Mandela.
No voy a perder el tiempo explicando quién este hombre. Y digo hombre porque aunque fue un político encarcelado por sus ideas contrarias a la segregación racial y, una vez libre, fue el primer presidente de la Suráfrica sin discriminación racial, creo que es, sobre todo un HOMBRE.
Desde mi punto de vista esa es la grandeza del individuo que emerge de su autobiografía "El largo camino hacia la libertad". Es un hombre que poco a poco se da cuenta de que no puede ser un número más en la masa oprimida de los negros sudafricanos, un hombre que se lanza a la lucha, pero que toda su vida lamenta el tiempo que le robó a su familia, es un ser humano capaz de mirar al horizonte para salvar las dificultades del momento. Pero sobre todo es un hombre que atisba en el enemigo, los blancos que dirigen el régimen racista y que pretenden tenerlo encarcelado de por vida, un posible aliado en el futuro. Y eso es difícil de comprender cuando pensamos que estuvo treinta años sin libertad.
Mandela no desarrolló un odio irracional contra sus opresores, no buscó la revancha inmediata una vez que salió de la cárcel porque, como él mismo dice "siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que el odio. Incluso en los momentos más duros de mi encarcelamiento (...) alcanzaba a distinguir un ápice de humanidad en alguno de los guardianes, quizá tan sólo un segundo. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero que nunca se extingue".
En estos tiempos de liderazgos mezquinos, de memorias históricas con cálculo político, de ególatras judiciales de vuelo corto conforta el testimonio de un hombre que fue capaz de ser un líder humano y político.
No voy a perder el tiempo explicando quién este hombre. Y digo hombre porque aunque fue un político encarcelado por sus ideas contrarias a la segregación racial y, una vez libre, fue el primer presidente de la Suráfrica sin discriminación racial, creo que es, sobre todo un HOMBRE.
Desde mi punto de vista esa es la grandeza del individuo que emerge de su autobiografía "El largo camino hacia la libertad". Es un hombre que poco a poco se da cuenta de que no puede ser un número más en la masa oprimida de los negros sudafricanos, un hombre que se lanza a la lucha, pero que toda su vida lamenta el tiempo que le robó a su familia, es un ser humano capaz de mirar al horizonte para salvar las dificultades del momento. Pero sobre todo es un hombre que atisba en el enemigo, los blancos que dirigen el régimen racista y que pretenden tenerlo encarcelado de por vida, un posible aliado en el futuro. Y eso es difícil de comprender cuando pensamos que estuvo treinta años sin libertad.
Mandela no desarrolló un odio irracional contra sus opresores, no buscó la revancha inmediata una vez que salió de la cárcel porque, como él mismo dice "siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que el odio. Incluso en los momentos más duros de mi encarcelamiento (...) alcanzaba a distinguir un ápice de humanidad en alguno de los guardianes, quizá tan sólo un segundo. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero que nunca se extingue".
En estos tiempos de liderazgos mezquinos, de memorias históricas con cálculo político, de ególatras judiciales de vuelo corto conforta el testimonio de un hombre que fue capaz de ser un líder humano y político.
Qué grandes palabras las de este HOMBRE! La verdad es que todos deberíamos aprender de él. De su lucha y de sus palabras, porque al fin y al cabo, si todos fuésemos un poco más "humanos", nos iría mucho mejor. Mil gracias, Videla, por este recordatorio. Ojalá muchos traten de recordarlo durante sus vidas, otros "quizá tan sólo un segundo", pero lo importante es que aprendamos de Mandela y lo pongamos alguna que otra vez en práctica.
ResponderEliminar