El Observatorio de Contenidos Televisivos Audiovisuales nos presenta, una vez más, la evidencia de lo conocido: en España no se respeta la normativa para proteger a la infancia y a los jóvenes de los programas basura. Los mismos que hace seis años firmaron, con el patrocinio del gobierno, un Código de Autorregulación con ese objetivo lo vulneran a diario con el silencio cómplice de quien podría pararles los pies.
La Administración, es decir, los políticos, mira para otra parte porque tiene miedo de que, si aplica lo que dispone la vigente Ley General Audiovisual sobre la protección de la infancia, la tachen de censora. ¡Qué tendrá que ver la libertad de información y comunicación con la preservación y transmisión de valores y pautas sociales educativas!.
Los directivos de las emisoras viven en el mejor de los mundos. Emite toda la basura que les da la gana, sólo perturbados de vez en cuanto por multas económicas de risa. En el colmo de la impostura se presentan como adalides de la libertad porque se oponen a la creación del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, que presentan como un organismo que censurará los contenidos televisivos.
Las televisiones comerciales no tienen por qué programar inexcusablemente productos de baja calidad. Que esto ocurra es responsabilidad de quien las dirige. Se sirven de la basura basura porque ésta parece garantizarles altos niveles de audiencia, es decir, de publicidad e ingresos y, por lo tanto, de beneficios empresariales y personales. Sucede que, desde hace unos años, TVE les ha mostrado que se puede programar otro tipo de productos y ser líder de audiencia.
La Administración, es decir, los políticos, mira para otra parte porque tiene miedo de que, si aplica lo que dispone la vigente Ley General Audiovisual sobre la protección de la infancia, la tachen de censora. ¡Qué tendrá que ver la libertad de información y comunicación con la preservación y transmisión de valores y pautas sociales educativas!.
Los directivos de las emisoras viven en el mejor de los mundos. Emite toda la basura que les da la gana, sólo perturbados de vez en cuanto por multas económicas de risa. En el colmo de la impostura se presentan como adalides de la libertad porque se oponen a la creación del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, que presentan como un organismo que censurará los contenidos televisivos.
Las televisiones comerciales no tienen por qué programar inexcusablemente productos de baja calidad. Que esto ocurra es responsabilidad de quien las dirige. Se sirven de la basura basura porque ésta parece garantizarles altos niveles de audiencia, es decir, de publicidad e ingresos y, por lo tanto, de beneficios empresariales y personales. Sucede que, desde hace unos años, TVE les ha mostrado que se puede programar otro tipo de productos y ser líder de audiencia.
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