La doctrina Cristina podría denominarse doctrina Mato, pero no suena tan bien y no se posiciona en los motores de búsqueda de igual manera. La doctrina Cristina o Mato (por la ministra de Sanidad) consiste en sostener que en los matrimonios los esposos viven sin vivir en ellos, es decir, no se preocupan de cómo le va la vida profesional al cónyuge ni de dónde saca la pasta.
Esta doctrina explica que la infanta Cristina, de quién toma el nombre, no le preguntara a Urdangarín si podían cargar a sus empresas los cursos de bailes de salón, los hoteles a 1.000 euros la noche o las sesiones de coaching. O que Ana Mato no se mosqueara porque un día apareciese aparcado en su garaje un Jaguar, que es un coche que cualquiera compra con la extraordinaria de Navidad.
Pues, señoras y señores, la doctrina Cristina tiene una variante gallega. La protagoniza la conselleira de Sanidade y cuenta con el beneplácito del presidente de la Xunta. Reza así: no tiene nada, pero nada, que ver que Rocío Mosquera fuese en 2010 la gerente del Sergas y que su marido sacase de forma fraudulenta, según acaban de sentenciar los tribunales, una plaza de jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. Dice el presidente Feijoo que el proceso fue desarrollado por personas de prestigio que no aplicaron favoritismo ni practicaron el nepotismo. Pero lo cierto es que metieron la pata hasta el fondo.
Llegados a este punto se me abren dos posibilidades. O me guío por mi educación en un colegio de curas y me fío de la buena fe de la gente, o me aferro a lo que me enseñaron en la facultad de Periodismo y concluyo que aquí hay gato encerrado. ¿Qué piensan ustedes? Les adelanto que el pis de la perrita tiene mal color.
Esta doctrina explica que la infanta Cristina, de quién toma el nombre, no le preguntara a Urdangarín si podían cargar a sus empresas los cursos de bailes de salón, los hoteles a 1.000 euros la noche o las sesiones de coaching. O que Ana Mato no se mosqueara porque un día apareciese aparcado en su garaje un Jaguar, que es un coche que cualquiera compra con la extraordinaria de Navidad.
Pues, señoras y señores, la doctrina Cristina tiene una variante gallega. La protagoniza la conselleira de Sanidade y cuenta con el beneplácito del presidente de la Xunta. Reza así: no tiene nada, pero nada, que ver que Rocío Mosquera fuese en 2010 la gerente del Sergas y que su marido sacase de forma fraudulenta, según acaban de sentenciar los tribunales, una plaza de jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. Dice el presidente Feijoo que el proceso fue desarrollado por personas de prestigio que no aplicaron favoritismo ni practicaron el nepotismo. Pero lo cierto es que metieron la pata hasta el fondo.
Llegados a este punto se me abren dos posibilidades. O me guío por mi educación en un colegio de curas y me fío de la buena fe de la gente, o me aferro a lo que me enseñaron en la facultad de Periodismo y concluyo que aquí hay gato encerrado. ¿Qué piensan ustedes? Les adelanto que el pis de la perrita tiene mal color.
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