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La especulación automovilística

Vengo de hacer unas gestiones en el centro de A Coruña. He tenido que aparcar el coche en uno de esos aparcamientos subterráneos que han convertido el centro de nuestras ciudades en un queso gruyere. Cumplen dos funciones básicas: te permiten ir con el coche hasta la puerta de la oficina que buscas y los ayuntamientos hacen caja.

Lo que hoy me mueve a la reflexión es la especulación espacial de este tipo de instalaciones. Me refiero al escaso espacio habilitado para aparcar el coche que suele haber en los aparcamientos de A Coruña. Hay tres, el de la plaza de Galicia, Juana de Vega-plaza de Pontevedra y el de María Pita, que son sencillamente escandalosos.

Las medidas son tan escasas que el conductor difícilmente puede abandonar el vehículo después estacionarlo; los acompañantes, si los hay, ya se han bajado antes de iniciar la maniobra.

La pregunta es: el/los que autorizaron la apertura de este tipo de parkings ¿están untados, tienen un biscúter o les da todo lo mismo? Yo creo que tienen un biscúter, ese minicoche de la posguerra que no tenía marcha atrás y se empujaba de tan ligero que era.

Lo seguro es que no tienen ese tipo de microcoches los alcaldes y concejales que permiten estas golfadas. Claro, ellos viajan en coche oficial con chófer.

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