La política económica que Ángela Merkel nos ha impuesto es objeto de análisis por toda clase de personajes, instituciones y públicos. Todos se manifiestan a favor o en contra según consideren que nos va a sacar del agujero o va a ahondar la sima de la recesión. Entre todas esas voces se echa en falta una que en España tiene mucho peso: la de la Iglesia católica.
Las últimas noticias que tuvimos de ella fueron por voz interpuesta. Alfredo Pérez Rubalcaba la ve detrás de alguna de las reformas legislativas que el gobierno pretende aplicar en los próximos meses. Por eso dijo en el congreso federal del PSOE que se plantea reclamar la denuncia del acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede que, en opinión del flamante secretario general socialista, concede muchos privilegios a la Iglesia.
La Iglesia católicasea noticia por la forma en que encara los casos de pederastia de sus clérigos o, en el caso español, por la multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud celebrada el pasado verano en Madrid. También por sus pronunciamientos sobre el valor de la familia tradicional, el carácter patológico de la homosexualidad o la imposibilidad de que las mujeres accedan al sacerdocio de la misma manera, según dijo un arzobispo, que los hombres no pueden parir (¡Dios mío!).
Pero a la Iglesia española aún no le hemos escuchado un análisis de las medidas económicas que se han adoptado en los últimos meses o las que se anuncian en el futuro. Siendo realistas, no le vamos a pedir al cardenal Rouco una crítica tan directa como la proferida por el arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, contra la política económica del gabinete liberal conservador británico. Ya se sabe, estos protestantes no son de fiar.....
Modestamente, servidor se conformaría con saber si los obispos españoles están de acuerdo con los cientos de millones de euros destinados a salvar a los bancos, con las subidas de impuestos que masacran a las clases media y baja de la sociedad, con las reformas laborales que cercenan derechos de los trabajadores o con los mensajes catastrofistas de nuestros gobernantes, que pretenden conseguir una aceptación pasiva de sus políticas restrictivas, o con las reducciones de salarios y el recorte en los servicios sociales de los que se benefician los más desfavorecidos.
A lo mejor, los obispos se animan a explicarles al ministro de Guindos, a la supervicepresidenta Sáenz de Santamaría o al mismísimo Rajoy que no es bueno mentir, que eso de no mentirás es uno de los diez mandamientos de la Santa Madre Iglesia. El cardenal Rouco tuvo una excelente oportunidad de decírselo a Rajoy aprovechando los funerales de Fraga el pasado mes de enero. ¿Cuántas misas dieron el purpurado de Vilalba y el arzobispo de Santiago en honor del viejo patrón de la derecha española?
A lo mejor, si algún día se atreven a reprobar a los gobernantes, los cristianos de a pie dejaremos de escuchar los lamentos de aquellos que no entienden la pasividad de la jerarquía de la Iglesia española ante el empobrecimiento general de amplias capas de la ciudadanía. Para ir recabando datos les recomiendo a nuestros prelados que lean los documentos de la doctrina social de la Iglesia, varias encíclicas de Juan Pablo II, algunos escritos de Benedicto XVI y, sobre todo, que hablen con los curas de sus parroquias porque ellos les explicarán los dramas que ven todos los días. ¡Ah! También pueden cambiar impresiones con los responsables de Cáritas.
Las últimas noticias que tuvimos de ella fueron por voz interpuesta. Alfredo Pérez Rubalcaba la ve detrás de alguna de las reformas legislativas que el gobierno pretende aplicar en los próximos meses. Por eso dijo en el congreso federal del PSOE que se plantea reclamar la denuncia del acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede que, en opinión del flamante secretario general socialista, concede muchos privilegios a la Iglesia.
La Iglesia católicasea noticia por la forma en que encara los casos de pederastia de sus clérigos o, en el caso español, por la multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud celebrada el pasado verano en Madrid. También por sus pronunciamientos sobre el valor de la familia tradicional, el carácter patológico de la homosexualidad o la imposibilidad de que las mujeres accedan al sacerdocio de la misma manera, según dijo un arzobispo, que los hombres no pueden parir (¡Dios mío!).
Pero a la Iglesia española aún no le hemos escuchado un análisis de las medidas económicas que se han adoptado en los últimos meses o las que se anuncian en el futuro. Siendo realistas, no le vamos a pedir al cardenal Rouco una crítica tan directa como la proferida por el arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, contra la política económica del gabinete liberal conservador británico. Ya se sabe, estos protestantes no son de fiar.....
Modestamente, servidor se conformaría con saber si los obispos españoles están de acuerdo con los cientos de millones de euros destinados a salvar a los bancos, con las subidas de impuestos que masacran a las clases media y baja de la sociedad, con las reformas laborales que cercenan derechos de los trabajadores o con los mensajes catastrofistas de nuestros gobernantes, que pretenden conseguir una aceptación pasiva de sus políticas restrictivas, o con las reducciones de salarios y el recorte en los servicios sociales de los que se benefician los más desfavorecidos.
A lo mejor, los obispos se animan a explicarles al ministro de Guindos, a la supervicepresidenta Sáenz de Santamaría o al mismísimo Rajoy que no es bueno mentir, que eso de no mentirás es uno de los diez mandamientos de la Santa Madre Iglesia. El cardenal Rouco tuvo una excelente oportunidad de decírselo a Rajoy aprovechando los funerales de Fraga el pasado mes de enero. ¿Cuántas misas dieron el purpurado de Vilalba y el arzobispo de Santiago en honor del viejo patrón de la derecha española?
A lo mejor, si algún día se atreven a reprobar a los gobernantes, los cristianos de a pie dejaremos de escuchar los lamentos de aquellos que no entienden la pasividad de la jerarquía de la Iglesia española ante el empobrecimiento general de amplias capas de la ciudadanía. Para ir recabando datos les recomiendo a nuestros prelados que lean los documentos de la doctrina social de la Iglesia, varias encíclicas de Juan Pablo II, algunos escritos de Benedicto XVI y, sobre todo, que hablen con los curas de sus parroquias porque ellos les explicarán los dramas que ven todos los días. ¡Ah! También pueden cambiar impresiones con los responsables de Cáritas.
Comentarios
Publicar un comentario